Experiencia de Calabozo

Ayer salí del calabozo por participar en esta acción de desobediencia civil de Futuro Vegetal:

Noticia: «Activistas medioambientales rocían con pintura negra las sedes nacionales de PP y PSOE»

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Pensábamos ingenuamente que el PSOE no iba a presentar denuncia por daños, igual que los bancos no suelen hacerlo para evitarse publicidad negativa. Eso nos habría ahorrado 40 horas de calabozo separados la mayor parte del tiempo. Aunque dura y pesada, la experiencia de la detención ha sido provechosa para hacer algunas reflexiones:

He podido vivenciar lo tosco, burocrático y deshumanizado que resulta el proceso que va desde la detención hasta la puerta en libertad, pasando por el cacheo, traslado en coche esposado con las manos atrás, un proceso burocrático tedioso y confuso, una espera interminable hasta que pase algo, calabozo en celda sin baño, comida muy mala, pasar un día extra gracias a los abogados de los partidos, «huellado» dactilar y fotos a las 4 AM, traslado a juzgados, ocho cambios de celda y puesta en libertad.

Aunque algunos policías (una minoría) hacían lo posible por dar un trato humano dentro de su pequeño margen de maniobra, con sentido del humor y alguna atención, la tónica general es tratar a la población reclusa como poco más que ganado que debe ser controlado y trasladado de un lado a otro continuamente. Al final uno sentía pena por quienes trabajan en un sitio tan triste, carente de ventanas y sonrisas, sin estímulo posible por el trabajo bien hecho. Mientras yo ya estoy fuera, la policía sigue dentro ejerciendo de engranaje necesario para este sistema gris e injusto.

Pero quienes verdaderamente merecen nuestra compasión son los reclusos. Tras la experiencia, me resulta muy clara la violencia y racismo institucionalizado de un sistema. Este se ceba contra pobres, racializados, extranjeros, muchos de los cuales acaban en un ciclo que se retroalimenta que va una y otra vez de la pobreza/precariedad a la delincuencia/prisión y a la del abuso de sustancias/trastornos mentales para empezar de nuevo pero desde un escalón más bajo.

El sistema judicial poco hace para interrumpir ese círculo vicioso, más bien parece que lo cronifica. Y además lo hace movilizando una gran cantidad de recursos públicos en represión policial, burocracia y judicialización, que bien podrían emplearse en políticas de prevención y reinserción.

Escuchar historias directamente de boca de gente que simplemente ha tenido mala suerte con las cartas que le han tocado en la vida no hace, sino confirmar nuestra sospecha de que somos unas privilegiadas en ese cenagal, sabiéndonos blancos, nativos y formados, apoyados además por el grupo y red social. Si al salir a la calle nos esperaba un cálido abrazo y una cama segura, a muchos otros nadie les espera y no saben dónde pasarán la noche al tiempo que sienten la necesidad de evadirse de su realidad con alcohol u otras drogas.

Algunos comentarios de la noticia son reconfortantes. Obviamente, en algunas personas manchar simbólicamente una fachada, aunque sea solo unas horas con témpera de niños, genera rechazo.

Definitivamente, tenía cosas mejores que hacer esta semana, pero siento que ha merecido la pena ejercer la desobediencia para llevar la crisis climática a los medios y hacer llegar el mensaje de gravedad y urgencia a la sociedad. Si hay un incendio, un vaso de agua en la cara, aunque desagradable, ¡está justificado!

La desobediencia civil es una práctica política legítima cuando los cauces convencionales no funcionan para comunicar a la sociedad que la situación es grave y urgente, por más que quiera mirar a otro lado. No podemos ignorar más la severa degradación de los ecosistemas y la extinción diaria de más de 150 especies ni que “el cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando”, según el último informe del IPCC. 11.000 científicos advierten que, a menos que se decidan reducciones rápidas y ambiciosas de CO2, el mundo se enfrentará a un “sufrimiento indecible”.

¡Las muestras de apoyo que van llegando se valoran mucho!

Un comentario sobre “Experiencia de Calabozo

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  1. Qué duro lo que cuentas, Carlos, y qué valentía demuestras por defender tus ideales exponiéndote a represalias. Da escalofríos la deshumanización del proceso, que nos distancia de hacernos responsables de lo que les pasa a los individuos que son castigados por el sistema. Me recuerda (en un grado mucho más reducido, claro) a los burócratas nazis que enviaban a los judíos a campos de concentración simplemente poniendo su sello en un fajo de papeles, y los soldados que solo seguían órdenes…

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